Recrea: Llénate de energía

jueves, 17 de diciembre de 2009

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El poder de la imaginación ¡Felicidades!

CHOCOTORROS - Viaje a la luna

Me acuerdo de la primera vez que fui a la luna. Partí del techo de mi casa desde un globo aerostático que me improvisé con un condón usado, los restos de un automóvil fórmula 1 y las medias rojas que tantos años colgué en la chimenea, en espera de Santa Claus.

Mis zapatos de charol subieron por el artefacto improvisado como lo hicieron mil veces antes en el pesero que me llevaba a la escuela. Esa vez no escuché "la Z" durante mi trayecto, la música electrónica que salía de mi radio de pilas me acompañó hasta el espacio exterior.

La insoportable levedad del ser me llevó a tomar la decisión de partir, ofusco mis pensamientos y sólo llevo conmigo unos platanos como provisiones y unos guantes por si me da frío, pero no me importa, así me voy.

Navegando por el cielo de terciopelo vi un mar de girasoles que me recordaron a Lorena Herrera, al pensar en ella me acordé de mi muñeca de hule, ¡Cómo pude dejarla en casa!

La luna me recibió como un teatro recibe a un actor, el sol se veía como una gran peluca amarilla que decoraba la tierra, no pude evitar pensar en el lunático de Jim Carrey.

Eso era yo, un lunático jugando ajedrez intergaláctico con un smoking terrestre.

ÑOÑITOS CREATIVOS - Mi muñequita de hule

Caminas sin rumbo, sólo contigo la muñeca de hule que te atormenta todas las noches, tu mirada en la luna, crees haber perdido todo, y ahí el sol que pudiste encontrar.

Su peluca amarilla, ahora manchada por el espeso lodo del panteón donde la abandonaste por tanto tiempo, te quita el aliento por el día en que sus rizos ahogaban tu respiración.

Aquella mañana, el automóvil fórmula 1, con sus asientos de terciopelo, el mismo en el que Lorena Herrera sintoniza la "Z", se dirige a tu trabajo. Tú comiendo platanos y jugando ajedrez recuerdas el smoking que portaba en aquella ocasión el hombre que venía a su lado; pero no fue este hecho el que te perturbó, sino el condón y las medias rojas que delataban su perversa noche de pasión ¿A caso había sido Jim Carrey?

La música electrónica que escuchas no te permite pensar, decides apagar el radio de pilas y tomas tu libro, el de siempre, "la insoportable levedad del ser", te levantas de tu asiento y tiras los zapatos de charol que le ibas a obsequiar.

Los pases del teatro están en tu mano, has decidido quemarlos, crees que ya no tienen caso, tomas los guantes que guardaste por tanto tiempo, la pistola que te obsequió para tu defensa y sales sin saber a ciencia cierta a donde ir.

La encuentras, tomas un pesero y llegas a ella, la tienes enfrente y no te atreves a disparar, piensas que es mejor su sufrimiento, la llevas ignorando sus ruegos y su llanto, la dejas en la tierra, fría, ya no respira, tus deseos quedaron marcados en su cabello, la pala está lista y ella también.

Han pasado meses y no dejas de soñar, ya no sueñas el mar de sus ojos sino su rostro manchado, no es más tu muñequita de hule a la que regalabas girasoles, es tarde y has decidido terminar de soñar.

Ya la tienes contigo, has planeado esto durante semanas y esta noche, abres el gas del globo aerostático, arrastras su cuerpo inerte dentro del mismo, tomas un cerillo y lo lanzas a su interior sin ninguna precaución, miras al cielo y la ves partir.